Masonería
La Masonería, llamándose más apropiadamente Francmasonería, en francés Franc-Maçonnerie, a través del tiempo ha recibido distintas definiciones. En algún momento de la historia el Gran Oriente de Francia la definía de la siguiente manera: «La Orden de los Francmasones es una asociación de hombres sabios y virtuosos, cuyo objeto es, vivir en perfecta igualdad, estar íntimamente unidos por los lazos de estima, confianza y amistad, bajo el nombre de Hermanos; y estimularnos mutuamente a la práctica de las virtudes». Alguna definición inglesa dicta que: «La masonería es un sistema de moralidad, envuelto en alegorías e ilustrado por símbolos». Ambas definiciones son sumamente imperfectas.
La Orden de los Masones es, o debería ser, una asociación de hombres inteligentes, virtuosos, desinteresados y generosos, que se consideran unos a otros como libres, iguales y hermanos, y conducidos por los naturales sentimientos del deber y de la fraternidad a prestarse unos a otros instrucción mutua y consejo. Y la Masonería es un sistema y una escuela, no sólo de moral, sino de filosofía política y religiosa, sugerida por sus alegorías y oculta bajo sus símbolos, que exige la práctica y el desempeño de los más altos deberes del hombre, del ciudadano y del patriota.
La intención que nos congrega a nosotros, Masones Escoceses, es recuperar la tradición e intención que nuestro Rito impregna en la formación Masónica, para así procurar el desarrollo de auténticos hombres, dignos del depósito divino, y factores que coadyuven a alcanzar la felicidad en nuestra nación. Verdaderos hombres que con justicia rediman los padecimientos de la humanidad.
Quienes segregan los primeros tres grados de nuestra antigua tradición bajo la falsa pretensión de «universalidad» y «regularidad», y aun así se hacen llamar practicantes del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, no han comprendido ninguna de nuestras enseñanzas. Más bien, contrarían el progreso que caracteriza a nuestra Orden Iniciática.